miércoles, 24 de noviembre de 2010

NOS QUITAN EL PORVENIR



          Algo estará haciendo mal Il Cavalieri cuando cerca de doscientos mil alumnos universitarios, maestros y funcionarios celebraron el Día Internacional del Estudiante marchando en un trágico desfile carnavalesco como si del Entierro de la Sardina se tratara. Pero no había sardina, arenque o anchoa alguna que llevar a la hoguera, el ataúd portaba el cuerpo aún tibio de una decadente, estrangulada y moribunda educación. Y no es para menos, el sistema educativo italiano agoniza y los patrios, de luto, marcharon en cortejo fúnebre por toda Italia manifestando su repudio hacia la reforma berlusconiana que reducirá sutancialmente más de 700 millones de euros del presupuesto anual previsto, haciendo desaparecer las becas y recortando cerca de 130.000 empleos. Ciao al Derecho a la Educación de los jóvenes italianos.


           El lema del aquél día internacional del estudiante era “Education is not for sale” (la educación no está en venta). Pero parece que en Italia sí se vende, pero no en los showrooms de Prada o Armani, sino a precio de saldo en un vergonzoso outlet de mercadillo al grito de “todo al 50%” o “hasta acabar existencias”. Ciudades como Milán, Parlermo, Nápoles o Florencia fueron testigos de las más de cien protestas en contra del recorte planificado por la controvertida signora Gelmini, ministra de Educación. Los plañidos se transformaron en consignas que al grito de “el futuro es nuestro” o “córtennos también los brazos” llenaron calles de todo el país y cuyos ecos volverán a escucharse en próximas concentraciones.


           La fotografía, que muestra a un grupo de estudiantes durante la manifestación, pertenece a una fotocrónica de 14 instantáneas que el periódico La República publicó en su edición digital de Bolonia el 17 de noviembre bajo el título “I volti della protesta in strada” (Los rostros de la protesta en las calles). El título del fotoreportaje se convierte a priori en un referente fundamental ya que constituye un primer acercamiento al sentido de las imágenes desde la perspectiva de su autor. En el espacio de representación de la imagen predominan, en un primer plano, tres figuras y el contraste tonal del blanco de las máscaras y el negro de sus ropas, frente a un segundo, un grupo de manifestantes a mayor distancia y una galería de columnas que permiten ubicar espacialmente la fotografía y delimitar el campo fotográfico. La imagen persigue captar un instante, un momento de un suceso único tan importante en el género del fotoperiodismo, el instante decisivo que decía Bresson, pero que fácilmente podría extrapolarse en este caso a cualquier otra manifestación o marcha fuera de Italia y de cualquier otra índole.


           El foco de atención del encuadre se centra en los tres estudiantes vestidos de negro que se agolpan entre miles de compañeros abanderando la lucha en contra de los recortes planificados por el Gobierno. Estas tres figuras, en el centro de la composición, constituyen los puntos fundamentales de la imagen y adquieren tal fuerza expresiva que captan y estimulan la atención del espectador. Propician la creación de una dirección de lectura en el eje horizontal aportando dinamismo a toda la estructura, y morfológicamente y por repetición, la separación de los planos y de las figuras del fondo, de tal modo que éstas determinan la existencia de profundidad espacial en la imagen. Además, por un lado, el contraste cromático entre el blanco y el negro dota de dinamismo la composición, y por otro, el plano medio empleado por el fotógrafo dota de ritmo visual a todo el conjunto ya que cuanto más cercana es la vista del sujeto fotografiado mayor es el grado de aproximación o identificación del espectador hacia el motivo de la imagen, y por tanto, mayor la implicación con los hechos fotografiados.


           Los estudiantes ocultan su rostro bajo máscaras blancas, las maschere nobile, que recuerdan a las usadas en las carnestolendas cuando príncipes, nobles o aristócratas las vestían en la búsqueda del anonimato para liberarse de las ataduras de clase y mezclarse con el vulgo durante la celebración del Carnaval. Pero en esta ocasión no se trata de festejar el adiós a la carne ante la llegada de la Cuaresma sino de asumir la otredad. Porque los momentos de hambruna ya han llegado y son para todos. La connotación de la máscara es positiva, se trata de una lucha común, igualitaria, en la que los roles se desdibujan y bajo la careta se esconde la propia apariencia para transformar al que la porta en 'uno más' en una manifestación multitudinaria del yo universal. Todos son iguales en esta lucha, la máscara disfraza y despoja de identidad a quién la porta, le despersonaliza y lo hace anónimo. Esto es lo que muestra la imagen, la máscara blanca se transforma de objeto en símbolo, logra un efecto sinérgico y como otros muchos símbolos adquiere pleno valor. Si en España un día las manos blancas alzadas al grito de “todos somos Miguel Ángel” adquirieron significado propio y encarnaron la lucha contra el terrorismo, en Italia, las máscaras, lo hacen al grito de “nos quitan el porvenir” y representan la lucha ante una injusticia: la vulneración de un derecho fundamental. Y no sólo el de los estudiantes de hoy, sino el de muchos que vendrán detrás...

                                                                                                                                    Francisco Férriz



Fuentes:


Máscaras blancas:

Bolonia contra la reforma educativa

Bolonia, mediodía del 17 de Noviembre de 2010, manifestación en contra de las reformas propuestas por la Ministra de Educación italiana, Maria Stella Gelmini.

Un segundo bastaría para que al mirar esta foto congelásemos la imagen de la anciana con cara de circunstancia. Dentro de la composición, es la actriz principal: enfocada, en primer plano, situada en el centro del escenario y aislada por las pancartas de la masa horizontal de gente que llega desde el fondo y que se multiplican en nuestro cerebro a través de los signos de profundidad y perspectiva causados por las fachadas de los edificios como líneas diagonales. Es decir, que sobre ella recae el peso visual de la imagen, más acentuado -si cabe- por el contraste negro de su atuendo contra el blanco de las telas y el cielo. En la escena podríamos incluso encasillar a los actores en un bando u otro, como si se tratase de un yin yang de buenos y malos, en el que no me voy a parar a conceptualizar… allá cada uno.

Que los manifestantes estén desenfocados produce una agitación, un ritmo y un movimiento de armonía que queda anulado en la burbuja en la que se sumerge la anciana por las pancartas, a modo de barrera. Este último ambiente se identifica con la calma y la lentitud que la mujer tiene para cruzar la calle. Al mismo tiempo, la expresión de su cara, sus arrugas y su gesto de puritanismo provocan en el espectador un sentimiento de estrés y tensión. En definitiva la composición está constituida por dos escenas, una en el primer plano horizontal y otra en el segundo, que confluyen de forma desequilibrada. La primera se caracteriza por pocas figuras y mucho aire, mientras que la segunda es una maraña de gente, donde no se encuentra espacio libre produciendo sensación de agobio.

La imagen comprende en primer lugar la expresividad protagonizada por la anciana, y es que si pudiésemos saber lo que piensa estaría diciendo: “esta juventud de ahora, no saben hacer otra cosa que formar escándalos y protagonizar actos vandálicos”.

La anciana es la personificación de la contraposición en todos los sentidos. Vejez contra juventud, derecha contra izquierda, clase social aburguesada contra clase media, individuo contra multitud, ignorante contra culto, gobierno italiano contra el pueblo italiano, reposo contra acción, etc. Es la diapositiva de una mujer ajena a lo que sucede diariamente en su país a causa de su gobierno, que mira con malos ojos, desde el fondo de su ignorancia, a una multitud de estudiantes, profesores y trabajadores de otros sectores que reivindican los derechos a la educación pública de calidad y se manifiestan contra la reducción de la financiación en el sistema de enseñanza por parte del Gobierno italiano. De nuevo la Ministra de Educación italiana, Maria Stella Gelmini, vuelve a ser noticia, como en 2008, por sus particulares reformas en la enseñanza.  



Foto: Eikon Studio
La Repubblica, Bologna







lunes, 22 de noviembre de 2010

La fotografía que estáis viendo fue tomada durante una de las ultimas manifestaciones de protesta en contra de los recortes de presupuesto para la universidad publica italiana. El gobierno italiano, después de haber rtomado varias medidas economicas sin éxito, decide, a través del ministerio de educación, de recortar el presupuesto de las ecuelas y las universidades públicas y de esta manera empeorar las condiciones de estabilidad laboral de millares de investigaddores y profesores. Después de estas acciones explota la rabia y la protesta estudiantil, que provoca manifestaciones, ocupaciones de universidades y escuelas.

En la fotografía se pueden notar un conjunto de elementos interesantes. El objeto principal de la foto es el joven tumbado en el suelo que a nivel simbolico parece casi querer describir las condiciones precarias en las cuales se encuentra la universidad italiana. Por otro lado merece especial atención la composición de la foto : se trata seguramente de una composición por selección, constituida por dos lineas paralelas horizontales. La primera linea está representada por la moltitud de los estudiantes, espectadores de los acontecimientos centrales de la foto, el chico tumbado, que traza la segunda linea. El peso visual de la imagen se encuentra en el centro hacía abajo dando una sensación de estabilidad, equilibrio fuerza y tensión. Uno de los factores mas interesantes que influyen sobre el peso visual es sin duda el aislamiento. El joven por solo en su condición representa un elemento más fuerte que la moltitud que le rodea, formando con ella un contraste. Foto: Eikon Studio La Repubblica, Parma

sábado, 20 de noviembre de 2010

La televisión es el opio del pueblo

          Un mameluco amenaza con quemar cientos de Coranes en una pira catártica a las puertas de su iglesia y esta noticia, en cuestión de días, se convierte en un grave conflicto internacional, que de nuevo, enfrenta dos posturas diametralmente opuestas pero igualmente exaltadas. La internacionalización de lo local, el tratamiento planetario de una asunto anecdótico, o como mucho, de una extravagancia más de otro exacerbado fanático religioso, en este escenario global en que vivimos, dio rápidamente la vuelta al mundo y ocupó las agendas informativas de periódicos y telediarios elevando el simple suceso a conflicto de incremento defcon. Incluso, requirió la mediación del mismísimo Obama, en un enésimo intento por calmar las aguas en los días previos al recordatorio por el atentado del 11-S.


          No sólo se alimenta el recuerdo de los atentados con noticias ‘noticiables’ sino que los medios bucean entre la maraña de informaciones o desinformaciones en la búsqueda de cualquier hecho, significativo o no, que justifique una nueva crónica y que fije la atención en la amenaza islamista. En nuestro acervo periodístico ya hemos interiorizado palabras como fanatismo, yihadismo, talibán… y en los últimos años hemos aprendido que El Corán es mucho más que un libro sagrado, como puedan serlo la Biblia, el Talmud, la Mishná o el Tao-Te-Ching. La importancia no es el hecho en sí mismo, la quema de Coranes, que a los ojos de un occidental pueda no ser tan grave. Lo trascendente es que los medios de comunicación que divulgaron la noticia y la posicionaron en el tablero global no fueran capaces de medir las repercusiones que una información así podría tener. No se trata de autocensura, se trata simplemente de no echar más leña al fuego en un contexto internacional que se resquebraja por todas partes. En temas tan delicados como éste, el ataque a un símbolo por el que cualquier integrista estaría dispuesto a morir o matar, una simple anécdota provoca un ‘efecto mariposa’ tal que se eleva a la categoría de amenaza y varias agencias de seguridad alertan sobre inminentes atentados en Europa, y por supuesto, en EEUU. Sin duda los medios de comunicación, como prescriptores sociales y establecedores de la agenda informativa de los ciudadanos deberían medir la naturaleza y el alcance de todas las informaciones que publican y no entrar en banalizaciones. Pero como dice Vargas Llosa, la noticia-espectáculo es la que vende y nada mejor que dividir al mundo en dos, buscar el enfrentamiento, para conseguir audiencia.


          Personalmente algo que me cuesta digerir y que supera con creces los máximos de mi comprensión es que los medios de comunicación no sean capaces de discernir entre lo que es noticiable o no, o peor aún, lo que bajo ningún aspecto debería ser noticiable y sin embargo se convierte en noticia de portada o se trata como algo baladí y con ello obtiene repercusión mediática. En concreto la mercantilización de la muerte, no la muerte en sí misma. Primero Von Hagens, ese médico pseudoartista que se hizo mundialemnte famoso con aquellas exposiciones que mostraban mediante la técnica de la plastinación cadáveres humanos en todo tipo de poses y situaciones. Después, otro artista alemán, Gregor Schneider, que en un intento por rizar el rizo ha planificado una perfomance en la que un enfermo agónico será “expuesto” para aquellos amantes del arte que quieran observar de cerca la belleza de la muerte, eso sí, previo pago y creando una atmósfera privada pero “con un orden de visitas”.


          Hace muchos años, Bertrand Tavernier dirigió una innovadora y ambigua película de ciencia ficción titulada La muerte en directo. En ella se hacía una dura crítica al mal uso de los medios de comunicación hacia el que se encaminaba la sociedad de la época (eran los años setenta) pero se barajaban ya temas tan de actualidad como la perversión social a través de los medios y “deshumanización frente a un mundo ávido de una nueva pornografía” (en palabras de uno de los personajes del filme). En él, una mujer con una enfermedad terminal se ofrecía para que sus últimos meses de vida fueran filmados por un programa de televisión. Tras hacerse famosa y tomar conciencia de la verdadera repercusión de su decisión decide rehusar la oferta, pero el interés suscitado es tal que un periodista decide implantarse una cámara en su cerebro y retransmitir en directo, sin el conocimiento de ella, sus últimas semanas de agonía. ¿No os recuerda a algo esta película? Creo que todos recordamos como una ex-concursante del Gran Hermano Británico, Jade Goody, famosa y controvertida en su país pero una absoluta desconocida para el resto del planeta, adquirió relevancia mundial cuando decidió vender sus últimos meses de vida. Tras fallecer, su representante la definió como “la primera estrella mundial de la telerrealidad“. ¿Nos hemos convertido los periodistas en ‘fotógrafos del pánico’? ¿Tanto vende la muerte? ¿Cómo a un antropófago, Zhu Yu, pudo cedérsele una franja de prime time en un canal británico para que en directo protagonizara un espectáculo de canibalismo en el que supuestamente se comía el feto de un bebé muerto? ¿Dónde está el límite? ¿Hay límites o la globalización y el interés economicista los desdibuja?


          Pero los medios patrios no se quedan atrás. Son muchos los espacios y las horas de programación que se le dedica a la muerte, un tema con el que los ánimos se exacerban llegando incluso a situaciones kafkianas de un paroxismo incomprensible. Todos conocemos el caso de las niñas de Alcàsser, el asesinato de Rocío Wanninkhof, el crimen de la joven Marta del Castillo o el reciente fallecimiento de Antonio Puerta, el agresor del profesor Jesús Neira que tanto dio que hablar. Me abruma que actos así se sigan cometiendo, pero no me asusta menos que los medios de comunicación hagan de una tragedia un espectáculo sin límites. Con el caso Alcàsser las cadenas privadas de televisión compitieron por colocar sus programas en la órbita de los más vistos, llegando el máximo nivel de perversión el día en que descubiertos los cuerpos de las niñas, una excelente, pero a partir de entonces denostada Nieves Herrero, realizó uno de los más macabros directos que jamás he visto en un perverso intento por cubrir la noticia hasta en su momento más devastador.


           Los medios deberían haber aprendido algo de aquel día, pero no, años después, en el caso Wanninkhof, tras propiciar un ambiente de histeria popular y de vehicular el dolor de una madre afligida, los artículos de prensa y los espacios de televisión recondujeron la investigación y señalaron como más que presunta asesina a la antigua pareja de la madre. Y el asesinato de Marta del Castillo se convirtió en un tétrico circo en el que segundo a segundo se retransmitía el curso de las investigaciones. Nacho Abad, “buitre leonado de la telebasura fúnebre” o “periodista de las crónicas de higadillos” realizó muy al estilo Herreriano varios especiales de su programa Rojo y Negro. ¿Alguno de vosotros recuerda los bochornosos especiales dedicados a la joven sevillana? O las preguntas que a cara descubierta se le hicieron a una niña de 14 años sobre su novio, el presunto asesino: “¿Te pegó? ¿Te insultó? ¿Te fue infiel?”. No me extraña que el genial Joaquín Sabina declarara hace poco “veo telebasura para odiar a la humanidad”. Viendo estos comportamientos a veces sólo te quedan ganas de eso… Recordando este especial y lo poco escrupulosos que son algunos profesionales me ha venido a la mente otra película, lo siento, mi debilidad es el cine. ¿Habéis visto El gran carnaval, de Billy Wilder, en la que un periodista sin escrúpulos decide sacarle partido a una noticia logrando retrasar la resolución del caso para así alargarla y darle espectacularidad, y escribir una entrega diaria sobre los hechos. Hay un fabuloso diálogo en esta película que os trascribo: Charles Tatum (Kirk Douglas): “Señor Boot (el director del periódico), soy un periodista de 250 dólares a la semana. Se me puede contratar por 50. Conozco los periódicos por delante y por detrás, de arriba abajo. Sé escribirlos, publicarlos, imprimirlos, empaquetarlos y venderlos. Puedo encargarme de las grandes noticias y de las pequeñas. Y, si no hay noticias salgo a la calle y muerdo a un perro. Dejémoslo en 45”. ¿Es ése el periodismo que queremos hacer o el que nos van a dejar hacer?


          Por desgracia en la mayoría de los medios de comunicación en los que podremos ejercer nuestra futura profesión se ha producido un axiomático deterioro de sus contenidos. Ni el código de autorregulación del 2004, planeado entonces como el bálsamo de Fierabrás a toda la basura que inundaba la televisión ni algunos intentos por reconducir la programación hacia contenidos menos perniciosos han conseguido desterrar la telebasura hacia plantas de reciclaje informativo. Porque al igual que la basura se recicla, estos espacios se reciclan a sí mismos, se reconvierten, renacen y acaban siendo el mismo perro con diferente collar. Da igual que un programa se llame “Rojo y Negro” o “De tú a tú” y que entre ambos hayan transcurrido diecisiete años, o si entramos en el mundo del colorín y del amarillismo “Aquí hay tomate” o “Sálvame”. La telerrealidad, la McTV o telebasura, llamada así por su similitud con otro fenómeno concomitante como es la comida basura, siguen llenando franjas horarias completas con programas de sucesos de múltiples formatos.


          En ellos, periodistas, pseudoperiodistas, personajes notorios que devienen en colaboradores e invitados buscan entre vísceras los entresijos de la noticia de actualidad y todo ello explotando el morbo, el sensacionalismo y el escándalo a base de reduccionismo y demagogia y amparándose en el derecho a la información del ciudadano en aras de satisfacer un falso interés general, el de la audiencia. Los contenidos de estos programas son epidemias comunicativas, virus mediáticos, que invaden la agenda informativa de los ciudadanos, plagada de bufones como los que aludía Vargas Llosa, o de acontecimientos puntuales o interlocutores de cartón piedra que rellenan huecos en la parrilla hasta que dejan de tener vigencia y otros ocupan su lugar. No importa tanto lo que se cuenta, sino que sea entretenido y que enganche al telespectador, la televisión se convierte en el nuevo “opio del pueblo” manteniéndolo pegado a la pantalla y aplicando, si es necesario, el “less objectionable program”, es decir, rebajar el nivel de exigencia y atención del espectador para poder llegar al mayor espectro posible de ellos. Y esto no es nuevo, Lope de Vega ya lo argumentaba hace siglos: “si el vulgo es necio es justo hablarle en necio para darle gusto”.


          La pega de la telebasura no es que exista, ni que se reverencie a personajes sin notoriedad profesional alguna o se recurra a productos de flujo de dudosa calidad. El verdadero inconveniente no es lo que se emite, quien no quiera verlo no tiene más que cambiar de canal, apagar el televisor o leerse un libro, el problema es lo que se deja de emitir, porque se reducen las posibilidades de elección del ciudadano y aquí entramos en lo que antes comentaba una compañera: “es la pescadilla que se muerde la cola”. Si zappeo y en todos los canales emiten un programa de formato similar y me apetece “ver la tele” seguro que alguno de ellos veré, aunque no me interese lo más mínimo. Y para concluir, me gustaría citar una última película, El show de Truman, creo que de sobra conocida por todos. Cuando el protagonista, Truman, decide acabar con el show televisivo que ha enganchado a medio planeta y abandona el set del programa, uno de los telespectadores coge el mando y pregunta a quien tiene a su lado: ¿Qué ponen ahora? Miraré en el Teleguía.


Francisco Férriz





Enlaces:

El día en que Nieves Herrero cambió la TV:

Marta del Castillo y las niñas de Alcàsser:


El ‘caso Marta del Castillo’: ¿sólo información, morbo o “circo mediático”?:

Nacho Abad: “He marcado una línea moral con la que tener la conciencia tranquila”: http://www.20minutos.es/noticia/427902/0/abad/sucesos/telecinco/


Truman desafía al “creador”, escena final de El show de Truman.

El mercado negro de Von Hagens. ‘Der Spiegel’ acusa al médico alemán de utilizar cuerpos de ejecutados chinos:



Gregor Schneider ‘expondrá’ un enfermo agonizante que morirá en público:http://www.elmundo.es/elmundo/2008/04/21/cultura/1208790651.html


Escena de El Gran Carnaval (en inglés):


La muerte en directo (en inglés, película completa):


viernes, 19 de noviembre de 2010

Bienvenidos

¡Hola a todos!

Desde la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, tres jóvenes estudiantes nos aventuramos a retratar la información periodística procedente de medios de comunicación italianos. El principal objetivo es contrastar el tratamiento que los medios españoles ofrecen, desde multitud de perspectivas, ideologías e incluso movimientos sociales, frente a la prensa italiana que sufre la limitación en sus publicaciones debido a la propiedad que, en manos de Berlusconi, manipula sus contenidos hacia intereses propios.

Nuestro propósito es convertir este blog en una denuncia a la "antidemocracia berlusconiana" dirigiendo nuestros intereses hacia el tratamiento informativo.

Esperando que os gusten nuestros próximas publicaciones, os invitamos a participar activamente con vuestros comentarios, opiniones libres, críticas o cualquier otra aportación.


Marco Carbone
Francisco Férriz
Azahara Morales